07 febrero 2011

El café de Antonio

Cada quién frente a su café. Antes de que le recalienten el suyo por primera vez, tapa su taza con su larga mano como si no quisiera que entre el frío ni escape el calor.y dice:

Ja! Este lobo le pone mucha azúcar! Ja! 

Mira que yo era igual de joven hasta ese día. Era la primera vez que invitaba a salir a la mujer, la llevé a un restaurante muy finoles por que a ella sí que quería impresionarla. Cené contemplando sus largos ojos almendrados y sus pómulos como de Audrey Hepburn que me atraían tanto. Después de mi pato a la frambuesa y su salmón con mantequilla, pedimos el postre y dos cafés. Cuando los trajeron, como de costumbre, ordené para el mio un buen chorrito de leche y cuatro cucharadas de azúcar, ella me miró como asqueada con sus enormes ojos bien abiertos: ¿Le vas a poner azúcar? 

Claramente no aprobaba. Entonces con pena, lo pedí negro. 

Y me enseñó bien. Desde ese día no he tomado el café sino negro, nada de azúcar ni leche, que es como se debe tomar. La mujer sería Landa, pero era muy inteligente.  

¡Mesero! ¿Me puede calentar esto? Esta frío. Y bájale a la maldita música.

04 febrero 2011

Nariz

El problema es simplemente que soy narizón. Excesiva y ridículamente narizón. Mi nariz mide 23.5 centímetros de la punta a las cejas, y para colmo, es ancha y  aunque cae en picada sobre mi boca, al final está un poco respingadita. Me veo chistoso, si por eso divierto a la gente, pero aparte de eso, mi nariz es un verdadero problema.

 Además de que me apodaron “el pez espada” desde primaria, a las mujeres les da miedo besarme y la verdad es que ni siquiera quieren porque aparte de chistoso me veo feo. Tengo 25 años y nunca he sentido los labios de una mujer en mi boca, y la única que lo intentó (por apuesta) ni siquiera logró besarme porque mi nariz se lo impedía.

No he tenido mujeres pero tampoco verdaderos amigos, ni siquiera en kínder. De pequeño, las mamás de mis compañeros pensaban que tenía un tipo de enfermedad contagiosa y no dejaban que sus hijos se acercaran a mí con miedo de que les saliera una aleta como la que yo tenía en medio de la cara, pero ellos fueron definitivamente más suertudos y crecieron con narices normales.  Primaria fue horrible para mí, mis años de secundaria y prepa, un completo infierno. Y el primer día de la carrera renuncié a ella porque tres maestros me sacaron del salón porque pensaron que me burlaba de ellos, sin darse cuenta que eran ellos los que se reían de mí.

 No he tenido amigos jamás, la mayoría de las personas que conozco no pueden evitar hacerme burla o simplemente se ríen intermitente cuando me voltean a ver y los pocos allegados que no se burlaron de mi característica física (mínimo no frente a mí) acabaron desesperándose de las limitaciones que me causa.

En la cuestión laboral, mi nariz también es un problema. Cuando era joven quise ser motociclista, y la verdad es que era talentoso, pero la pantalla del casco nunca cerró. Mi carrera política fracasó por la cantidad de caricaturas que hicieron de mi cuando apenas era un achichincle del presidente municipal, no se hable de la cantidad que surgieron el año entero que fui maestro en una secundaria. Por último intenté trabajar en una revista pero resulta que eso tampoco funcionó.

Esto es porque mi nariz acorta enormemente mi visibilidad. Tengo problemas de columna y unos dolores de cuellos tremendos que no permiten que duerma bien, todo porque me tengo que doblar de unas maneras muy raras para leer, escribir, dibujar y pintar.

Esta nariz no sólo me impide ver papeles sino también mi propia comida así que tres veces al día me lastimo los ojos moviéndolos como bizco, o como montaña rusa. Claro, esto además de lastimar mi espalda y mi cuello. Hay otros alimentos que simplemente me es imposible comer porque no caben entre mi boca y mi nariz, como los elotes y los helados en cono, los cuales siempre he querido probar.

Es triste que algún día pensé que mínimo podría obtener un Record Guiness, y hacerme de una buena lanita, pero claro que siempre resulta que hay un hindú mejor que tú, o bueno, peor porque su nariz mide 23.8 centímetros, tan sólo .3 más que la mía.

Y a lo mejor el mundo que quiero ya dejar, pensará que pudiera ser comediante, ya con un gran “bonus” de chistoso incluido a la mitad de mi cara. Pero tristemente mi talento es más bien matar los chistes. La gente sólo se ríe de mi nariz no de lo que cuento y luego se hartan y se aburren, ante semejante personaje trágico que parece que tiene pico además de boca.

La gota que derrama el vaso es que mi nariz es “no operable” nunca he entendido por qué, ya que el lenguaje médico me parece muy complejo. Pero he recurrido con más de 59 cirujanos de diferentes ideologías y nacionalidades, incluso les he dado su mochada a algunos, pero sin excepción, todos, después de horas de analizar radiografías y otros tipos de muestras, sólo han agitado su cabeza y me han dicho que es simplemente imposible. Mi nariz es un suceso extraño e incomprensible para la medicina tradicional, oriental, alternativa y occidental.

He decidido quitarme la vida. No culpo a nadie,  ni a mí mismo. Es sólo por un problema que he acarreado toda mi vida. El problema es simplemente que soy narizón. Excesiva y ridículamente narizón.

03 febrero 2011

Té y vino.

No estuviste en estas fechas "familiares".Y la prueba final fue superada. Bueno según ésto, la verdad no fue tan difícil, hasta la pasé bien con los regalos y los guantes de nieve, y sólo unas pocas palabras se pronunciaron sobre ti con un tono amable, triste y solemne.

Pero aún sueño contigo y todavía te recuerdo, creo que diario, con cariño y melancolía. Y te extraño, siempre, todavía. Porque todavía siento que estás de viaje y vas a regresar, que te fuiste por un tiempo pero vas a volver a desayunar y acariciarme la mano y me vas a ver con tus grandes ojos azules, con tus viejos ojos azules, con tus octogenarios ojos azules, con tu singular nariz, tu curiosa sonrisa. En cualquier momento voy a ir a tu casa y te voy a ver ahí, esperándome con una flor en una mano y un té de frutos rojos en la otra. 

Así que una prueba fue superada mi camborio, pero tal parece que quedan muchas más y entonces tu me apapachas, me ofreces vino tinto y ríes silenciosamente. 

Clase

No puedo evitar cabecear. Ya ni siquiera la estoy pelando, qué aburrido. No puedo más, ya qué, tendré que aguantar sus gritos después. Caen mis párpados, caen mis manos con el lápiz, finalmente cae mi cabeza sobre el cuaderno. Poco a poco su voz se escucha más lejana.

Estoy con Jerónima en el zoológico, compramos un tigre bebé y ya de grande paseo con él en Central Park. Visito la India, viajo en el mar ¿Éufrates? dentro de un submarino junto con Jerónima, Enrique VIII, el tigre alado y Sean Penn, al que llamo mi tío. De pronto, nos hundimos como pesas. Claramente es culpa de Enrique, así que lo tiramos y lo ahogamos. Sus gritos son grandes: ¡Paulina!

¡Despiértate Paulina! ¡Ni creas que te puedes dormir en mi clase! Salte y llévate tus dibujitos, vete a dormir a otro lado con tus dragones y tus tigres. ¡Ya quiero ver que ellos no te reprueben! Tomo mis dibujos y salgo. Apenas capto y aún somnolienta me echo a dormir en el pasillo bajo el sol que arrulla.

De nuevo el océano Ganges con sus algas de serpientes y el pulpo morado pegado al submarino. El mar y las cadenas arrastran aún a Enrique VIII, de pronto se transforma, no es el gordo rey, el que se ahoga entre los peces es ahora mi maestra. Mientras gime y grita desesperada que tiene miedo y que me salga de su clase, los tigres y los dragones ríen conmigo eternamente desde el barco.