29 marzo 2011

Rebelión

Los viejos antinacionalistas fraguaron el plan del levantamiento en Noviembre, sin ser estruendosos o demasiado idealistas. Mientras unos de ellos referenciaban innumerables términos políticos que no entendían, otros parecían zozobrantes argonautas llenos de arcaísmos. En su rebelión de invierno no aporrearon los timbales y sus flautas viejas no emitieron ecos a ningún joven. Y así, se hundieron rápido sus barcos de banderas verdes en altas y saladas olas de mar y fuego.

10 marzo 2011

Jacarandas

Jacarandas que brotan moradas y sinceras
vivo, floreado recuerdo
efímero,
de lo que eras.

Sus manchas alegres sobre las ramas delgadas
sonríen bellas, contentas.
Jacarandas
árboles que halagabas.

Y así coquetean con el cielo de marzo
envuelven bugambilias.
Colorido,
idílico escenario.

Con toda su simpatía, me producen a mí,
la sutíl melancolía.
Ojos, risas,
a un año, tu sonrisa.

Tontas jacarandas, un marzo te despidieron
pero contigo no volvieron.
Regresaron,
tristemente sólo ellas.


Jacarandas que brotan moradas y sinceras
vivo, floreado recuerdo
efímero,
de lo que eras.

Amigdalitis

Puso sus pies sobre la alfombra gris, se estiró y se levantó esperanzado de su cama, la primera vez en varios días. El consideraba que por fin se había restablecido completamente de esa amigdalitis, a su juicio, su garganta estaba abierta y sana, dispuesta a entonar cualquier nota de tenor como antes podía.

Jerónimo se dispuso a cantar de nuevo, se imaginaba en uno de sus galantes trajes de ópera frente a un público enorme que lo observaba perplejo, maravillándose con cada verso que salía de su boca. En realidad estaba ojeroso, descalzo y en una sucia pijama frente al espejo de su baño.

Levantó el pecho, carraspeó confiado, se miró a los ojos y se dispuso a cantar su pieza predilecta de Tosca. No escuchó nada, el imaginario público esperaba desconcertado. Sorprendido tomó un trago de agua y quiso entonar una simple canción de Ray Charles. Nada. El imaginario público se iba desesperado, los actores y los tramoyistas lo veían perplejos y enojados.

Trató de hablar, de gritar y el miedo hizo que gritara de verdad pero aunque vio en el reflejo su boca abierta y la deformación de su cara, tampoco escuchó ningún sonido. Sin embargo, cuando entendió que nunca más escucharía su voz, oyó el golpe furioso que rompió el espejo del baño frente al cual, una vez se paró el cantante de ópera más prometedor de la década.