16 noviembre 2010

Monólogos de un espantapájaros

Todo el santo día aquí parado, viéndolo y yo que no me puedo agachar por él y el sol, bola de fuego amarilla que quema y mi sombrero todo tirado sin que nadie lo recoja y yo achicharrándome de a poquito y mi sombrero llenándose de polvo y tierra y el sol burlándose de mi y el pájaro posándose en mi hombro y el gusano subiendo a mi sombrero y el sol quitándose las nubes y yo tristón, rompiéndome y el cuervo recordándome que no sirvo para lo que me crearon y el vidrio que aumenta la potencia del sol y mi sombrero que rueda con el aire y yo impotente, inclinado, chueco, torcido y el sol cada vez más fuerte y brillante y mi sombrero cada vez más lejos, y el vidrio que ayuda a prenderme fuego, y yo aquí quemándome de a poquito, sin que nadie lo note y el cuervo maldito que ya huyo con mi sombrero. Todo el santo día, hasta que sea pura ceniza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario