25 agosto 2010

Dulce de arándano

Mi mamá preparaba un dulce de arándano en la vieja cocina de la casa de San Jerónimo cuando yo llegué con las noticias. Azucaraba su menjurje en la cazuela de barro que tiempo antes perteneció a mi abuela, tenía las manos sucias y un poquito de caramelo embarrado en el cachete del cual seguramente no se había percatado. La cocina olía delicioso y mi mamá se veía contenta y complacida del postre que preparaba. Cuando me vio se limpió las manos en su delantal y se pasó la manga por la frente sonriéndome con cariño. Cuando con sus ojos amables me preguntó: ¿Qué paso, amor? No tuve el coraje para decirle que habían atropellado a mi hermano y me aventé a llorar a sus brazos que olían a dulce de arándano.

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