25 agosto 2010

Papel y paredes

Una noche, rodeado por la soledad de cuatro paredes maltratadas decidí tomar una pluma y un lápiz, me senté a escribir. Mucho tiempo había pensado en esa carta pero aún así las palabras no fluían como yo quería, taché y reescribí enemil veces mis oraciones, formulé varias opciones para expresar lo que quería decir y rompí varios borradores hasta que me dí cuenta que el escaso papel se me estaba acabando, entonces supe que no había vuelta atrás y escribí la carta definitivamente. Tuve suerte, mi vela de la semana se me acabó mientras sellaba mi sobre.

Se la dí a la mañana siguiente al policía que recogía y entregaba todos los días la correspondencia, minutos después me arrepentí de haber escrito y mandado esa carta pero fue demasiado tarde, no había nada que pudiera hacer para evitar que ella se enterara de mi realidad tan menguada, de lo que sentía por ella, de mi soledad entre cuatro paredes maltratadas.

La respuesta llegó un año más tarde cuando ya no la esperaba y llegó en vivito y a todo color, no en papel como siempre supuse que vendría. En tantos años nunca había tenido aquí una visita y pensar que era ella.

Gracias a Ana por el principio...

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