02 mayo 2010

Lo que pasa tras la caída del telón


Y cuando se fue el primer actor, el personaje de más importancia, el admirable intérprete, el jovial hombre, el protagonista inigualable de viejos ojos azules; el resto de los actores comenzaron con el trabajo de tramoyistas.

Cuando se va la vida, cuando se termina el guión, cuando lo único que queda por contar son simples recuerdos de una obra terminada, cuando se va nuestro protagonista, el centro de gravedad, es cuando el escenario se tiene que desmontar. Se quita cada cuadro, tapete, y mueble que algún día formó parte de la escenografía de la obra. Los actores secundarios de la magistral función llevan algunas cosillas consigo, recuerdos de la representación terminada, del actor gallardo que fungió un gran papel en todas las obras de las vidas del personal del teatro cuyas historias aún no están terminadas.

Cuando se cerraron los telones todos lloraron, quedó la nostalgia de la historia de una buena vida, la melancolía de ya no tener cerca al gran actor estelar, el profundo anhelo por cada escena irrepetible, la triste misión de quitar cada cosa de importancia y cada tontería del escenario que había sostenido la obra teatral por años.

Y quedó así vacío este escenario. En el teatro quedaron algunas cosas inservibles que ninguno de los que trabajaban tras bambalinas y ninguno de los actores de roles menores quiso. Se pudrirán o se venderán, pero en el escenario no queda ya rastro alguno de aquella gran historia con un gran guión y un gran actor, de la gloria y la majestuosidad, no queda rastro de vida ni de unos ojos de color azul.

Los demás actores comienzan a crear nuevos escenarios con la tramoya y decoraciones que tomaron al desmontar, pero por más que tratan de acomodar los objetos, tienen la profunda seguridad de que jamás se verán como lo hicieron en el escenario primero, en el que cada uno interpretó un papel casual pero siempre influenciado por los viejos ojos azules del protagonista que no será olvidado.

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