03 febrero 2011

Clase

No puedo evitar cabecear. Ya ni siquiera la estoy pelando, qué aburrido. No puedo más, ya qué, tendré que aguantar sus gritos después. Caen mis párpados, caen mis manos con el lápiz, finalmente cae mi cabeza sobre el cuaderno. Poco a poco su voz se escucha más lejana.

Estoy con Jerónima en el zoológico, compramos un tigre bebé y ya de grande paseo con él en Central Park. Visito la India, viajo en el mar ¿Éufrates? dentro de un submarino junto con Jerónima, Enrique VIII, el tigre alado y Sean Penn, al que llamo mi tío. De pronto, nos hundimos como pesas. Claramente es culpa de Enrique, así que lo tiramos y lo ahogamos. Sus gritos son grandes: ¡Paulina!

¡Despiértate Paulina! ¡Ni creas que te puedes dormir en mi clase! Salte y llévate tus dibujitos, vete a dormir a otro lado con tus dragones y tus tigres. ¡Ya quiero ver que ellos no te reprueben! Tomo mis dibujos y salgo. Apenas capto y aún somnolienta me echo a dormir en el pasillo bajo el sol que arrulla.

De nuevo el océano Ganges con sus algas de serpientes y el pulpo morado pegado al submarino. El mar y las cadenas arrastran aún a Enrique VIII, de pronto se transforma, no es el gordo rey, el que se ahoga entre los peces es ahora mi maestra. Mientras gime y grita desesperada que tiene miedo y que me salga de su clase, los tigres y los dragones ríen conmigo eternamente desde el barco.

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