20 abril 2010

Desesperante rutina

Lo mandaron a comprar una bolsa grande de café molido y jabón para ropa. Regresó con una bolsa chica de café en grano, un chocolate y dos mandarinas. Siguieron los gritos de su madre y el frío regaño de su padre. Lo encerraron en su cuarto y el lloró amargamente hasta que anocheció. Durmió. Desayunó y se fue a la escuela, en su casa comió y lo mandaron a comprar tres litros de leche Light y el periódico del día. Regresó con dos litros de leche deslactosada y un trompo de madera. Siguieron los gritos de su madre y el frío regaño de su padre. Lo encerraron en su cuarto y el lloró amargamente hasta que anocheció. Durmió. Desayunó y se fue a la escuela, en su casa comió y lo mandaron a comprar quince limones y un paquete de diez rollos de papel de baño. Regresó con trece limas y una bolsa de turrones. Siguieron los gritos de su madre y el frío regaño de su padre. Lo encerraron en su cuarto y el lloró amargamente hasta que anocheció. Durmió. Desayunó y se fue a la escuela, en su casa comió y lo mandaron a comprar dos pulpos medianos con su tinta y un ramo de gardenias. Regresó con un calamar grande con su tinta, una bolsita de gomitas y un Boing de mango. Siguieron los gritos de su madre y el frío regaño de su padre. Lo encerraron en su cuarto y el lloró amargamente hasta que anocheció. Durmió. Desayunó y se fue a la escuela, en su casa comió y lo mandaron a comprar un litro de helado de menta con chispas de chocolate y veintitrés chiles poblanos. Regresó con seis litros de helado de menta con chispas de chocolate y una revista barata. Siguieron los gritos de su madre y el frío regaño de su padre. Lo encerraron en su cuarto y el lloró amargamente hasta que anocheció. Durmió. Desayunó y se fue a la escuela…

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