03 abril 2010

Tributo a OBE


Antonio:

Es difícil dejar de hablar de ti en presente y empezar a hablar en pasado. Y precisamente es por esto que no voy a hablar de ti como algo que ya pasó, que ya no es vigente y quedó atrás. Voy a hablar de ti, que sigues aquí, en presente.

Hablo en presente y voy, hoy que es sábado a comer a tu casa. Primero organizas una carrera y la ganadora obtiene el apodo de la zaeta rubia. Cómo unas salchichonas de ternera (le doy la mitad a la Kivi) y yakult que nos dio mi abuela. Cuando los grandes acaban de comer, me formo atrás de todos los nietos para llegar hasta ti y abrir la trompina para que me des un chocolatino. Te ríes cuando Sofía llega a ti y tiene un vudu más que la semana pasada. Cuando te das cuenta de que las odaliscas no han lavado los platos sólo gritas ¡Mujeres ¿Qué pasa en Flandes?! Mientras avientas el jabón al lavabo. Todos los nietos nos empapamos con la manguera y patinamos en el nuevo patio que acaban de construir.

Hoy voy a desayunar contigo, nos preparamos un praire river con mermelada de frambuesa y una cantidad generosa de uvas y nos volvemos a servir hasta que esté llena la botija. Después salimos a tu jardín a contestarles los chiflidos a los pájaros y a ver las orquídeas que están floreando. También vemos las jacarandas y las bugambilias que justo ahorita se están dando la tarea de pintar la ciudad de morado, nos haces un acto de Tai Chi imitando la figura de Adriana Lima y ya de regreso nos tomamos un king size y tu además un booze, tu bow more, pero ¡aguas! que no te vea mi mamá.

Hoy nos vamos de viaje con todos los primos, te aseguras de que todos nos divirtamos y que nos traten como reyes, y la verdad es que lo aprovechamos de más. Incluso Santiago te dice que las cuentas que llegan del crucero, no eran sus bebidas, sino de las cenas. Tienes un gran aguante en los rápidos, y en el agua más calmada, haces como que remas cuando voltea Pablo, (que obtuvo hoy un título más, “Pablo Báculo”) pero en cuanto se da la vuelta dejas descansar el remo en tus piernas. Te enojas de que Piti maneja en carretera, admiras la selva de Kohunlich como la has admirado siempre en tus caerías por Campeche, te diviertes de nuestras aventuras con los japoneses en Guatemala mientras te tomas más cervezas Gallo de las que deberías. Ya es de noche, Migue se sale de su cabaña porque roncas como oso y al día siguiente nos dices que nadie se ponga gomina, pero todos cachucha. Hacemos el club cachuchas. Nos prohíbes los ipo-gloss en tu presencia con un ¡Do not, do not! al igual que ya lo habías hecho con los chicles. Estamos emocionados de otro viaje que nos tienes planeado, pero es sorpresa y sólo algunos saben.

Te visito en bici, (el mejor regalo que te han dado) después de que comiste hasta tarde con el compadre Bardobiano y jugamos conquianes, tienes un muy buen juego, pero yo también, aún así sé que no me vas a quebrar mi tercia y me vas a dejar ganar. Mientras, ahí en el comedor estamos viendo tus tarros y me pides que encuentre los dos personajes que están repetidos. Se que uno es Robin Hood, el otro siempre se me olvida. Te digo que tus tres mosqueteros están mal. Tienes a Aramis, Porthos y D´Artangnan, pero te falta Athos. Me repites que los tres mosqueteros son tres y que ni modo, ya no cabe el cuarto, después me dices que al que le encantan los tarros es al maestro sandia. Los admiras y me cuentas la historia de alguno de los personajes, me preguntas por las esposas de Enrique VIII, al escuchar mi respuesta sólo exclamas ¡Pero hombre!

Vamos a los toros y como no te acordaste de que no se pudieron comparar los boletos con el derecho de apartado y estamos una fila atrás, nos tenemos que subir al segundo tendido pero Rocío, El Panal y todos los demás se suben con nosotros porque es más divertido estar contigo. Vemos a Ponce, a Pablo Hermoso y al Juli. Y dices, un poco de broma un poco con verdad, que te encantaría tener un nieto torero. Y en ese momento yo imagino a alguno de mis primos de chico, vestido con un hermoso traje de luces como tú en la foto que tenemos en el comedor de cuando todavía eras un pilino.

Hoy vamos a comer al Don Amador, al llegar, lo primero que estas haciendo (como de costumbre) es decirle al mesero que le baje a la maldita música y lo vuelves a hacer varias veces durante la comida, platicas con cada uno de tus nietos sin que se te escape ningún detalle de lo que te cuentan de sus respectivas vidas. No ha faltado la frase de ¿qué somos tontos? Dirigida hacia alguno de tus hijos. Vemos a Carstens y lo bautizas como Tinin esférico. Todos reímos. Después le dices a Ceci que el pavo de la discordia no es suficiente y que hace falta que el de Diego también este ahí en su cocina. Estas fascinado con la plática de la periquina, pero llegando a tú casa vuelves a ponerle el parche en su foto de bebé para que no se vea el ojo bizco. ¡chintetes!

Quieres ver la tele pero no la puedes prender, le estas marcando al mecatrónico para que te ayude pero te acuerdas que Lucía hizo un manual para que pudieras prender el sky. Ahora le marcas a los sandía para que Isa te platique del Ballet, y en la conversación decides que necesitas aprender a usar Internet, en eso llega la hadita buena, pero Beatriz no ha llegado porque está en sus correrías o en algo que tiene que ver con sus “tendencias proletarias.” Por fin llegamos nosotros con ella, y nos cuentas de las carreras de Gaby, de lo que sabes de Juan Bosco, de la fiesta de Ximena y Andrés, dices que le enseñe mi cuadro del maldito negro a Martha Orozco, nos cuentas el chiste del ratón y el gato, me preguntas qué tal se venden los brownies de Tiz, hablas de “the amazing, the increidible, the unbelivable” THE FACE”, no pierdes la oportunidad de burlarte y maldecir a los Landa y nos señalas la ardilla que rondea tu jardín, pero ya nos tenemos que ir, Irina y yo te hacemos porcinos, dices “El lobo, muy buen amigo” al morfiniano de Agustín y María se está despidiendo de ti con el saludo de torero. Te paras con un ¡Erep, Erep Erepquiux! Y subes a tu cuarto a ponerte tus pantuflas de oso.

Es noche buena, Festejamos todos en la posada con las luces de bengala que nos dio la abuela, Gaby esta rompiendo ese objeto a donde deberían llegar los colibríes a beber pero cuando todos nos salpicamos con vinagre entendemos por qué nunca llegaron. Los nietos casi incendiamos tu casa empezando por la piñata sobre el montón de hojas del jardín empapado ya de gasolina. Nos das tu libro que relata tus cacerías, “Un jaguar en el silencio”, nos recitas Antoñito El camborio y nos comentas que seguro Antonio era bizco por eso de los bucles entre los ojos, a Diego le recalcas que la manera correcta es decir “Antonio ¿quién CARAJOS eres tú?” y nos dices que Eduardo de chico actuaba del ángel marchoso. A las nietas después de un “Tirarinrantantatan Tan Ta Tan”, nos das unos aretes muy bonitos que todas queremos usar pero después del vino, cantar con el gran Frank en karaoke y las fotos, te fugas sin que nos demos cuenta.

Celebramos de sorpresa tus setenta y seis años, a Tiz, como siempre con su suerte, de todos modos le toca regalo. Festejas los globos de parte del club fantino y preguntas por las nuevas peripecias de éste ¿Quién es el nuevo presidente? ¿Cómo van las construcciones del arenero que cada que vamos a tú casa volvemos a empezar? Vemos un video de tu vida, sin duda alguna muy bien vivida y con un poco de tristeza y un poco de melancolía hacemos presente a la abuela que hace un rato ya no esta aquí con nosotros.

En tu cuarto de cacería me preguntas que cuál es el trofeo nuevo, y le dices a mi abuelo Ramiro que los espacios que quedan vacíos son para mi papá y Carlos. Andrés juega con él peluche de ti mismo y tú te quedas admirando tus borregos cimarrones. Nos cuentas de la ocasión en que llevaste a Beatriz de cacería de niña y cómo pensó tu guía que ese niño era más valiente que el pasado. Algún tío recuerda la foto con la serpiente y tú piensas en todos los increíbles momentos que has vivido en el Yukón, Campeche, Sudáfrica, Camerún y en la Sierra del Diablo.

Y sí, seguiré hablando de ti en presente, por que sigues en cada juego de conquian, en cada queso, pan, vino, bow more o chocolate que consumamos, en cada té y café (sin azúcar ni leche como algún día aprendiste de la mujer) que no estén lo suficientemente calientes, sigues con nosotros en cada releída que le demos a “un jaguar en el silencio” que en este momento son muchas; en cada vudu o corbata que nos regalaste, en cada poema de García Lorca, en cada canción de Frank Sinatra, en cada bugambiia, orquídea y jacaranda, en las memorias de tantos viajes y comidas, en cada palabra que inventaste y en muchas cosas más. Sigues aquí aunque ya no te pueda abrazar y no me des más cachetinos, sigues aquí aunque no vea tus old blue eyes, ni escuche tu voz recitando o comentando una noticia del País.

Sigues en el presente
Porque en todos nosotros
Fuiste demasiado trascendente
Para desaparecer de repente.

Te quiero y se que soy muy correspondida

Paulinin…

2 comentarios:

  1. "This was a man...!" qué orgullo haberte tenido como abuelo, GRACIAS!

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  2. Anónimo2/9/10, 9:52

    Pau
    Te felicito. No había tenido oportunidad de leerte (aparte del cuento) y quedé impactado. Tienes una pluma maravillosa y excelente ritmo. Estaré pendiente de tus publicaciones
    Te mando un besote.

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